Hola de nuevo!
Esta semana no os traigo
una receta, pero sí que os traigo algo que podréis aplicar a vuestras recetas y
al tiempo que pasamos todos los amantes de la cocina y los no tan amantes que cocináis
para sobrevivir, adelgazar, comer sano, reducir el colesterol, etc.
Si no has intentado
caramelizar cebolla usando sal, todavía no has cometido uno de los errores más
vergonzosos que he cometido yo en mi tiempo entre sartenes. Todos, desde los más principiantes hasta los
más sabios, cometemos errores a la hora de cocinar. Aquí os traigo un listado con 7 errores comunes a la hora de cocinar (que no
necesariamente los más comunes). Si, ya sé que es un número extraño… lo normal
son 5, o 10, o 20…
Posiblemente ya conozcáis
algunos de ellos, o quizás casi todos, pero tengo la esperanza y espero que
podáis aprender algo de este post!
Allá vamos!
1) No probar la comida
El resultado: El sabor y la textura de un plato
excelente quedan desbalanceados y poco atractivos.
Para la mayoría de cocineros,
probar la comida es algo automático. Para los que no lo es, el precio a pagar
puede ser caro. En mi caso fue la pérdida de un cuscús dulce, y parte de mi
reputación como cocinero, al servir un cuscús dulce con pasas y cebolla
caramelizada… en sal.
2) No leerse la receta entera antes de cocinar
El resultado: Sabores deslucidos, pasos
enteros o ingredientes saltados.
Hasta las recetas mejores
escritas pueden no contener toda la información en la parte de arriba. Además,
cada cocinero tiene su manera única de manejar los ingredientes y de manejarse
a él o ella misma dentro de la cocina.
Luego no te quejes si
tienes 30 segundos para cortar 4 cebollas, o preparar un caldo de pollo.
3) Hacer sustituciones imprudentes en las recetas
El resultado:
Arruinamos la química
subyacente de la receta
Quién no ha hecho eso de…
“200ml de aceite… con lo que engorda eso… pondré 150 sólo”
“200ml de aceite… con lo que engorda eso… pondré 150 sólo”
Es uno de los errores
quizás más comunes y uno de los destroza-pasteles más usados en nuestras
cocinas. Sobre todo cuando se trata de pasteles y bizcochos. Todas las recetas,
pero sobre todo las que van en el horno, tienen una química especial que
produce una textura, humedad, sabor, suavidad o dureza, etc. en concreto.
Modificando la receta a nuestro antojo estamos destruyendo esa química especial
que se forma juntando la cantidad correcta de ingredientes.
Siempre es mejor, si una
receta te parece que lleva demasiado aceite (por ejemplo), buscar otra. Las
sustituciones o cambios en las recetas no suelen funcionar y es muy arriesgado
modificarlas a nuestro antojo.
Si realmente te apetece
hacer esa receta en concreto, usa los ingredientes listados, y tómate un tiempo
extra en ir al mercado o supermercado a conseguirlos. La receta y tus
comensales te lo agradecerán.
4) No conocer las idiosincrasias y particularidades
de tu horno.
El resultado: Comida que se cocina demasiado rápido, demasiado lento, o de manera
desigual.
Todos los hornos, cuando
están a 220ºC, deberían de cocer a 220ºC. Sin embargo, muchos no lo hacen.
Incluso los hornos caros tienen problemas con la temperatura. Algunos hornos
también cambian su manera de “comportarse” con los años. Lo ideal es usar
siempre un termómetro de horno, y conocer las zonas fuertes y débiles de tu
horno.
Os recomiendo
encarecidamente que realicéis el “test del pan”. Poned, en vuestra bandeja del
horno, rebanadas de pan esparcidas. Metedlas en el horno una vez que éste haya
alcanzado la temperatura máxima. Esperad 3 minutos, y sacad las rebanadas de
pan. Comprobad si, efectivamente, están todas tostadas por igual o si hay zonas
que se han tostado más que otras.
5) Girar la comida demasiado a menudo
El resultado:
Se interfiere en el dorado
de los alimentos, la comida se pega o pierdes el rebozado.
Aprender a dejar la
comida en paz es de lo más difícil de aprender a la hora de cocinar. Es tan
tentador darle la vuelta a la carne, pincharla, girarla. Pero el rebozado se va
a pegar a tu sartén en vez de a tus pechugas (que raro ha quedado eso…). Esa
capa crujiente y doradita no se va a formar a no ser que dejes la comida sin
tocarla durante un tiempo en concreto (que varía según el alimento).
6) No calentar la sartén lo suficiente antes de echar
la comida
El resultado: Comida que se pega, escalopes sin
capa crujiente, carne pálida.
El cocinero sin
experiencia o sin tiempo apenas calentará la sartén antes de añadir aceite y
echarle unas cebollas para saltearlas. Luego llega…
nada. No chisporrotea. Una sartén
caliente es esencial a la hora de saltear verduras o a la hora de crear una
capa dorada en la carne o pescado. Además, evitamos que la comida se nos pegue.
Recuerdo una vez en un
programa de televisión que oí al cocinero decir: “Si piensas que la sartén ya está
lo suficientemente caliente, apártate y déjala un par de minutos más. Cuando parezca que es hora de llamar a los bomberos,
añade el aceite y ponte a cocinar”.
7) Mezclar en exceso la masa para postres
El resultado: Una pastel que no sube como toca, masas gomosas, duras o secas.
Todos llevamos un nivel
de vida estresante hoy en día, pero créeme cuando te digo que la culpa no es de
la masa de tu bizcocho. Tu pastel (ni tus comensales) no tienen por qué pagar
por tu mal día, así que tranquilízate antes de mezclar los ingredientes de tu
futuro, tierno y esponjoso bizcocho. No le des vueltas a las varillas cual
tornado en Kansas, ni centrifugues tu harina o azúcar. Muévelo con suavidad, y
para de removerlo una vez que la harina se haya integrado casi por completo.
Idealmente, una buena masa debería de tener bolitas de masa sin mezclar.
Y esto es todo por hoy! La semana que viene probablemente no postee nada, pues me voy de viaje a Estados Unidos, pero os prometo que os traeré un "recetón" de por ahí, de estos que podemos comer sólo una vez al año!
Un saludo y gracias por estar ahí siempre!
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